GHB, polvo de ángel, ketamina

El GHB es una sustancia depresora del sistema nervioso central que se ha empleado en farmacología. Hace años que se ha introducido en el mercado ilícito de drogas. Su denominación técnica es gammahidroxibutirato, pero en el argot se le suele llamar ‘éxtasis líquido’. Ése es su mayor peligro, ya que a pesar del nombre se trata de una droga depresora y no estimulante, por lo que muchos jóvenes pueden llegar a caer en coma si abusan de ella.

Esta droga líquida se absorbe por vía oral, aunque también podría emplearse por vía venosa, elevando así el riesgo de sufrir problemas. A los 15 minutos de su administración comienzan a sentirse los efectos, que suelen durar de 20 a 40 minutos.

Por lo general, quienes la consumen se encuentran sedados, con una ligera euforia. Aunque se busaca el aumento de la sociabilidad y la necesidad de comunicación, se produce más bien somnolencia, obnubilación, cefalea, confusión, mareos y vómitos. El GHB puede llegar a producir depresión respiratoria, así como delirio, alucinaciones y coma. Mezclar con alcohol y tranquilizantes multiplica su peligro.

El síndrome de abstinencia suele caracterizarse por un cuadro de confusión, con temblores, insomnio y taquicardia. En los casos más graves puede haber delirios, agitación, ansiedad e incluso alucinaciones.

El polvo de ángel, también conocido como PCP, es la fenciclidina, que comenzó a fabricarse en los años 50 como anestésico intravenoso. A medianos de los sesenta dejó de utilizarse en pacientes debido a que producía agitación, estados de delirio y conductas irracionales.

Se presenta como un polvo blanco, cristalino, que se disuelve fácilmente en agua o alcohol. Tiene un sabor amargo.

Puede encontrarse en forma de tabletas, cápsulas y polvos de colores. Por lo general se usa inhalado, fumado o ingerido.

Los efectos del PCP en el cerebro bloquean la habilidad del consumidor para concentrarse, para pensar de forma lógica y para articular palabras.

Se producen cambios en la percepción, los pensamientos y el estado de ánimo. Mientras algunos usuarios sienten una breve pero intensa euforia, en otros se manifiestan miedos, ansiedad o pánico.

Las personas que consumen PCP de forma crónica, tienen pérdidas de memoria, dificultad para hablar y pensar, depresión y pérdida de peso. Esos síntomas, así como los trastornos emocionales, pueden persistir hasta un año después de haber consumido PCP.

Cuando el PCP se consume junto con otros depresores del sistema nervioso central como el alcohol o las benzodiacepinas, puede ser muy peligroso.

La ketamina es un anestésico que se utiliza en veterinaria para sedar a caballos. Fue sintetizada en 1962. Se presenta como líquido inyectable. En la calle se puede encontrar como líquido, polvo, cristales, pastillas o cápsulas. Esta sustancia puede mezclarse con otras como efedrina, cafeína, etc.

Actúa creando la sensación en el consumidor de que está fuera de su cuerpo, se desdobla. A dosis bajas, los efectos se parecen a una borrachera por alcohol o sedantes, con pérdida de coordinación y dificultades para hablar y pensar, visón borrosa, etc.

Provoca alucinaciones y desdoblamiento, y entre los efectos secundarios están la vista borrosa, problemas del lenguaje, dificultad para memorizar y alucinaciones que pueden durar hasta tres días después de haber consumido.

A dosis más elevadas, pueden producirse delirios y pseudo-alucinaciones, que hacen que se pierda la noción de quién se es y de dónde y con quién se está. Se pierde la sensación del tiempo y el reconocimiento de lo que pasa alrededor. Algunas personas se ven fuera de su cuerpo o piensan que se han muerto o que se van a morir.

Es, por tanto, una sustancia muy peligrosa. Puede provocar depresión respiratoria, paro cardíaco, trastornos de ansiedad y paranoias, y su consumo de forma continuada puede provocar problemas de memoria, de concentración y deterioro de otras habilidades.

La dependencia psicológica dela ketamina es muy alta y de rápida tolerancia.

La mezcla de ketamina con alcohol y otras drogas incrementa el riesgo de perder el conocimiento o de sufrir paro cardíaco. Mezclar ketamina con psicoestimulantes o alucinógenos, puede provocar una reacción impredecible y muy peligrosa.