La heroína  es un derivado de la morfina, una droga semisintética generada a partir de la adormidera, que es la planta de la que se extrae el opio. Es una sustancia que nació inicialmente como medicamento. Se la clasifica dentro de las drogas depresoras del sistema nervioso central y produce una dependencia psicológica y física intensa y muy rápida, por lo que se la considera una de las drogas más adictivas. La mayoría de las personas adictas a los opiáceos  consumen heroína.

La heroína se vende generalmente en forma de polvo blanco o marrón.

En 1898, fue comercializada por el laboratorio Bayer como sedante para la tos y como sustitutivo de la morfina, ya que se pensaba que era menos adictiva y que afectaba en menor medida. Pero acabó descubriéndose que la heroína se convertía en morfina al ser absorbida en el hígado y que la adicción generada por esta sustancia era más intensa que la de la morfina. Por eso, en la actualidad, no se produce o vende heroína como droga legal y únicamente se sintetiza para la investigación y para tratamientos paliativos en situaciones extremas o terminales.

Sin embargo, la heroína es muy popular entre los adictos a las drogas por los mismos motivos por los que causa tanta alarma: por tener efectos más pronunciados que los de otros estupefacientes.

Efectos sobre el organismo

  • Analgesia
  • Inhibición del centro respiratorio
  • Inhibición del centro del vómito
  • Depresión del centro de la tos
  • Disminución del tamaño de la pupila
  • Sedación (En algunos casos, la sedación puede ser acompañada por picos de excitación e hiperactividad)
  • Sentimiento de paz
  • Euforia
  • Posible aparición de alucinaciones
  • Inhibición de la actividad secretora del tracto gastrointestinal
  • Disminución en la micción
  • Disminución de la temperatura corporal
  • Disminución del nivel de conciencia
  • Sensación de calor
  • Somnolencia
  • Promueve el estreñimiento
  • Sequedad de la boca, los ojos, la nariz y la garganta y visión borrosa, etc… 

 

dejar la heroína

La heroína presenta riesgo de sobredosis

El riesgo más común y peligroso que presenta la heroína es la sobredosis. De hecho, más de la mitad de los consumidores de opiáceos la han sufrido al menos una vez. La heroína también puede favorecer el desarrollo de psicosis y estados epilépticos.

Además, al tomar heroína, hay consecuencias a largo plazo que se manifiestan en una variedad de trastornos de la microcirculación y del hígado. Además de los efectos tóxicos directos de heroína en el cuerpo, su consumo puede afectar seriamente la salud debido a una variedad de impurezas contenidas en la sustancia, debido a la falta de higiene o a los productos añadidos en la mezcla para incrementar los beneficios.

Las inyecciones intravenosas pueden provocar flebitis, y endocarditis y se corre el riesgo de desarrollar diversas infecciones como el VIH o la hepatitis.

Dejar la heroína: es una de las drogas de abuso que provoca mayor dependencia

La heroína se fuma, se aspira nasalmente y se inyecta. El empleo oral es menos eficaz, ya que provoca una asimilación inferior. Algunos adictos la consumen por vía intravenosa (inyectándoselas), fumándola, esnifándola o inhalando.

La heroína es una de las drogas de abuso que generan mayor dependencia y que más cuesta dejar.

Reducción de su consumo

Su consumo se redujo mucho a partir de los años 90 por una serie de factores: La aparición del SIDA y el miedo a contagiarse de otras enfermedades como la hepatitis, el aumento del consumo de cocaína, la aparición y generalización de otras drogas, como el LSD, el éxtasis y todo tipo de pastillas consumidas por vía oral o nasal, la evidente imagen de degradación física y psicológica que provocaba la adicción en los heroinómanos y el daño a sus seres queridos, la aparición de adicciones conductuales, etc…

Dejar la heroína: el síndrome de abstinencia

El síndrome de abstinencia que aparece al dejar la heroína es uno de los más fuertes entre las drogas de abuso. Se manifiesta tanto a nivel físico como psicológico, aunque es el físico el que provoca el cuadro más llamativo. Empieza con síntomas similares a una gripe: moqueo, lagrimeo, calambres y dolores musculares, diarrea, vómitos y viene acompañado acompañado de una fuerte ansiedad. El cuadro se va agudizando según pasan las horas y puede acompañarse de convulsiones y alucinaciones.

Físicamente, suele remitir entre el cuarto y el quinto día, pero psicológicamente se alarga mucho más, dependiendo de cada persona.